Generación Gilipollas

¿Tienes entre 30 y 50 años? ¿Estudiaste EGB, BUP y alguna carrera? ¿Has estado en al menos 3 de los 5 continentes? ¿Tienes un buen trabajo? Querido amigo, muy probablemente y aunque quizás no lo sepas (o lo sepas en lo más profundo pero no te guste asumirlo) eres un gilipollas. No luches contra los molinos de viento, no te defiendas como gato panza arriba, asúmelo. Éste es tu blog, bienvenido al club.

martes, 18 de octubre de 2011

Los reyes del mercado inmobiliario

A partir de más o menos el año 99 y hasta el 2007, la Generación Gilipollas arrasó en el mercado inmobiliario.

Una vez dejada constancia de nuestra maestría en la inversión bursátil abandonamos a la carrera la bolsa. Detrás dejamos algún que otro pufo en forma de dinero invertido en valores de empresas desaparecidas o de valor 1 céntimo (pufos de los que no teníamos por qué comentar nada a nadie, pues no faltaba más). En esos años nos tocaba casarnos, y cuando te casas hay que comprase un piso. Pero es que nosotros no nos limitamos a comprar el pisito que nos tocaba, nosotros nos adentramos en el seguro mundo de la inversión inmobiliaria. Dejar de invertir en bolsa para invertir en pisos, eso fue lo que hicimos. Que el piso en que invertíamos fuera el que íbamos a necesitar para vivir era un detalle sin importancia. Nosotros lo teníamos todo controlado.

Una vez acabada la carrera, esperamos entre 3 y 5 años y nos casamos. En ese momento, lógicamente, nos pusimos a mirar pisos y compramos uno. Lo comprábamos sobre planos y, dos años después, en el momento de entrar a vivir, ya valía un 40% más. 3 años después, el doble de lo que habíamos pagado. Y claro, de pensar ¡qué casualidad! nada de nada. QUÉ GRAN VISIÓN QUE TUVIMOS AL ESCOGER EL MOMENTO Y LA ZONA DÓNDE INVERTIR, eso es de lo que se trataba. Que el momento fuera el mismo en el que durante decenas de años ha mirado todo el mundo pisos, el momento de irse a vivir fuera de casa de los padres, y que la zona fuera la que siempre ha sido, cerca de la madre de la chica en cuestión, no era razón suficiente para pensar que todo era fruto de una situación anómala en la construcción y el mercado inmobiliario que nos había pillado a nosotros por el medio. De eso nada, ahí estábamos nosotros manejando los hilos de nuevo.

Ese extraodinario manejo de los hilos de la inversión hizo que en menos de 5 años, justo cuando la parejita estaba a punto de llegar, nos planteáramos el indispensable cambio de casa. En  el piso de 90 m2 hubiéramos vivido los cuatro en condiciones prácticamente infrahumanas. El vender por el doble de lo que habíamos comprado dicho piso nos ayudo al cambio, y en menos de un año estrenábamos flamante nueva casa. Casa que nuevamente, fuera en la ciudad o en un pueblo de las afueras, en el interior o en la costa, obra nueva o casa antigua restaurada, en 4 años dobló el precio. Nuevamente habíamos dado en el clavo, nuestra visión casi sobrenatural nos hizo prever el futuro, habíamos vuelto a asombrar al mundo con nuestro arrojo y capacidad de asumir riesgos. Evidentemente, hasta el más lerdo de los lerdos que había comprado en medio de un desierto una casa hortera a más no poder también doblaba su inversión con la gorra en menos de 4 años, pero sobre eso pasábamos de puntillas. El caso éramos nosotros y nuestra visión estratégica. Más de uno se planteó seriamente dejar el trabajo y hacer como uno que había oído (que todos habíamos oído en realidad) que vivía de comprar el primer día que instalaban una caseta en un solar para vender futuros pisos sobre planos, y vender dos años depués, un par de meses antes de la entrega, justo antes de la firma, con un beneficio nunca inferior al 75%. Qué fenómeno, qué visión, que huevos.

La maestría en la inversión iba ligada a la maestría en la obtención de fondos para invertir. Nos convertimos en los reyes de la hipoteca, en el terror de los bancos, en el azote de las comisiones de apertura. Cada cena con los amigos de la facultad, con sus parejas e incluso ya con algunos hijos por allí, se convertía en una guerra por el diferencial del Euribor. ¿Quién lo tenía mas corto? Yo cogí al del banco por los cojones, le dije que tenía de la Caja del World Ass Bottom una oferta tremenda, y el tío al cuarto de hora ya estába llamándome igualándome la oferta entre lágrimas y pidiéndome que no me fuera. Así que tengo Euríbor + 0.5%. ¿Con redondeo o sin redondeo? Con redondeo. Uuuyyyyy! Te la han clavado, bueno, tranquilo, no pasa nada, pero yo lo mismo pero sin redondeo. Llegué con una oferta del Isla de Man Galaxy Bank, que tienen una oficina en un piso de la calle Mallorca, y se acojonaron y me igualaron. Muy bien tío! ¿Y la comisión de apertura? 0.25%. Ya, no está mal, pero yo tengo 0.
Y así en un sin fin de expertize en hipotecas que mi generación adquirió en los primeros años del siglo XXI. Siento deciros que no éramos más que una colección de los burros del trabajo que sólo hablan de hipotecas y de fútbol que ya hace algunos años retrataron los Mishima.

De cuando en cuando, muy de cuando en cuando, aparecía algún outsider, algún loser, que estaba, agárrense, de alquiler. La auténtica generación gilipollas no se cortaba, lo mirábamos como a un especímen infecto, con una mezlca de curiosidad y asco, como se mira a los animales de un zoo decrépito. Pero tío, si por lo que pagas de alquiler tienes una hipoteca. Estás tirando el dinero a la basura.

Mira los del alquiler que tranquilitos están ahora, en medio de tantos deshaucios.

Toda una generación de hijos de curritos viviendo en casa con jardín y con segunda residencia en la costa o en la sierra. ¿Cómo es que no caímos en que eso no era normal, que eso era una cosa de ricos y no de asalariados? Pues porque somos gilipollas, la generación gilipolllas.


lunes, 10 de octubre de 2011

Ex Expertos en Bolsa

¿Qué éramos entre el 94 y el 99? Expertos en bolsa.

Qué dominio tan extraodinario que teníamos a finales del siglo pasado de los secretos de la bolsa. Les he de confesar que en mi grupo de amigos hubo un tiempo en el que, mientras nos emborrachábamos en el primer bar de la noche con metros de cervezas, hablábamos más de bolsa que de fútbol. Acojonante, debía ser para vernos: Éste valor está siguiendo una curva descendente que pronostica un subidón clarísimamente: es el momento de comprar. Compra con el rumor, vende con la noticia. ¿Has visto cómo está este mes Telefónica? ¿Tú tenías? Por supuesto chaval, y el lunes doblé la cantidad. En diez días me lo quito y me habré sacado limpias 50.000 pesetas en dos semanas, éste Villalonga es un fenómeno. A mí me pasó el mes pasado con Terra lo mismo. Yo apuesto por Zeltia, me centro en el dividendo. A mí esto se me queda pequeño, la semana que viene empiezo a invertir en valores del NASDAQ o directamente en corros.

Lo cierto era que quién más quién menos sacaba sus beneficios. Siempre menos de lo que dejábamos sentir en el aire, eso está claro. Las operaciones con ganancias eran anunciadas con bombo y platillo y el beneficio debidamente exagerado. Las operaciones con pérdidas, en cambio, ocultadas siempre que fuera posible, y si no lo era, se anunciaban quitándoles importancia y minimizando la pérdida adecuadamente. Pero, repito, en general se sacaban beneficios.

Así que ahí estábamos: una colección de estudiantes de últimos años o recién licenciados de las carreras más diversas (Derecho, Económicas, Empresariales, Químicas, Farmacia, Medicina, Ingenierías varias,...) sin absolutamente ninguna formación en la inversión en bolsa, ni por supuesto experiencia, ni antecedentes en la familia en el asunto, abriendo los periódicos por las páginas del Mercado Continuo para constatar nuestro enésimo acierto.

¿Recuerdan ustedes a alguno que dijera algo parecido a: joder, vaya situación que hay en las bolsas que sin tener ni puta idea y jugando con modestísimas cantidades de dinero, te metas dónde te metas a la corta o a la larga, pero más bien a la corta, sacas tajada? Yo a nadie. Entre mis amigos y conocidos todos sacábamos tajada (tajadas que mirado con prespectiva hacían reir, pero tajadas al fin y al cabo) por nuestro dominio absoluto de los secretos de la bolsa, por nuestra pericia en la elección del momento adecuado para comprar y del momento adecuado para vender, por nuestro acceso a información privilegiada (del tipo el tío del amigo de Berta tiene un primo lejano en el consejo de administración de TERRA y el otro día hicieron una reunión en la que se habló muy clarito del futuro) que nos ponía en situaciones ventajosas para invertir, por una mezcla de intuición y valentía que nos hacía ir un paso por delante. Resumiendo: por ser la polla. Tratábamos a nuestros padres con una mezcla de condescendencia y desprecio por su cerril decisión de seguir aferrados al plazo fijo, por no fiarse del evidente talento de su hijo, el megacrack de la bolsa.

¿Y qué fué de todo aquel dominio a partir del año 2000? Nunca más se supo. Hace más de 8 años que no oigo a nadie, pero es que a nadie, hablar de la bolsa, de lo claro que vé este valor o aquel otro. Hace más de 10 años que no abro la boca al respecto. Vaya por dónde.

Todos habíamos explicado la famosa anécdota de Rockefeller según la cual se salvó bastante bien del crack del 29 vendiendo el viernes anterior al lunes negro porque, según él mismo explicó, el limpiabotas que le estaba adecentando los zapatos antes de entrar en su oficina le preguntó si la inversión que había hecho en tal valor era buena o mala. Si hasta los limpiabotas están metiendo el dinero en la bolsa, hay que salir de aquí pitando.

A ninguno de nosotros se nos pasó por la cabeza la evidencia: NOSOTROS ÉRAMOS LOS LIMPIABOTAS!!!! Vaya panda de gilipollas.

miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Qué música os gusta?

Esta tarde, durante el entreno de vuestros hijos, habéis podido conversar con otro padre al que conocéis poco. El cabrón no era muy hablador, pero vosotros sóis verdaderos bregadores en lo que a la sociabilidad se refiere. Pues no faltaba más! ¿Cómo íbamos a dejar pasar la oportunidad de dar una buena impresión a alguien?
Ha dado tiempo a hablar de los níños (a cuál más especial) , a rajar del profesor o profesora, a rajar de entrenador que les ha tocado este año,... Hemos pasado luego a hablar de fútbol, un poco de política de refilón... En estas primeras tomas de contacto no se toca el tema tías buenas, mamadas y enculadas, eso se deja para próximos contactos, para bastante más adelante en realidad.
Además hoy, por alguna razón que no recuerdo, ha dado tiempo a hablar de música:
A MÍ ME GUSTA TAL Y CUAL GRUPO. NO, POR FAVOR, ESTOS NO ME GUSTAN...
Permitídme que os pregunte: ¿Qué porcentaje de la afirmación A MÍ ME GUSTA TAL GRUPO debería corresponder a que os gusta la música que hace tal grupo? Estaremos de acuerdo que el 100%. Si alguien dice A MÍ ME GUSTA TAL GRUPO, dicha afirmación debería deberse al 100% y exclusivamente a  QUE LE GUSTA TAL GRUPO. ¿Sí? Ya...
Pero es que nosotros somos gilipollas. Y los gilipollas pueden perfectamente afirmar que LES GUSTA TAL GRUPO por un variado manojo de razones entre los que puede incluirse secundariamente (y no obligatoriamente) que más o menos la música de ese tal grupo les guste.
Entre gilipollas no nos pisemos las mangueras. Vamos a mojarnos un poco y listemos nuestras razones para que algo nos guste:
- Que sean conocidos por unos pocos pero totalmente desconocidos para la mayoría
- Que nos ayuden a dar una cierta imagen de nosotros.
- Que el cantante y demás integrantes del grupo nos caigan bien.
- Que aparezcan como lo más in en algún suplemento dominical en las páginas para enrollados cool o en algún programa mareante de cámara en constante movimiento, recomendados aburridamente, pero sin vuelta posible de hoja si no quieres ser considerado un asno musical, por un crítico de 19 años que va vestido como nuestro abuelo pero con New Balance en lugar de zapatillas de rejilla.
- Que le guste a determinada gente.
- Que no les guste a determinada gente.
- Y, por último, que más o menos soportemos sus canciones.

Sed sinceros: cuántas veces habéis decidido, ANTES DE ESCUCHARLO, si algo os debía gustar o no os debía gustar. ANTES DE ESCUCHARLO, repito.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cambios de piso.

¿Cuántas veces os habéis cambiado de casa? ¿Por qué razones?

Ahi os tenéis. Toda una panda de hijos de curritos que han vivido en una casa de máximo 75m2 toda su vida (muchos de ellos de alquiler), argumentando ahora que con el segundo niño, con 90 m2 ya no se podía vivir; que queríamos jardín para disfrutarlo, que un jardín da mucha vida, ...
Pensad un momento, ¿Cuántos m2 de los 120 m2 que tiene vuestra última y flamante casa utilizáis realmente? Sumad donde juegan vuestros hijos, dónde coméis, dónde cocináis y dónde dormís. ¿A que con 90 ya sobraba?
¿Hasta dónde estáis del jardín? Hasta los huevos, no me mintáis. Esa hipotética fuente de paz y de idílica vida familiar donde desconectar del trabajo, se ha convertido en otro quebradero de cabeza más de los que no nos dejan trabajar tranquilos. ¿Se puede jugar a chutes o no se puede? ¿En qué quedamos? ¿Lo arreglamos nosotros mismos, porque nos relaja, o viene un jardinero? ¿Lo arregláis vosotros? Cómo apetece los domingos ponerse a recoger hojas y a cortar el cesped y el seto, ¿eh? ¿Viene un jardinero? Vaya jeta que tiene el tío, llega tarde, se va antes y no hace ná, recoger cuatro hojas y pasar la máquina en un cuarto de hora. Habrá que cambiar... pero es que ya hemos tenido a todos los jardineros de la comarca....
Ahí lo tenéis. Estábais a disgusto en una casa enana de 90 m2 y, lo que era casi infrahumano, sin jardín, y con una hipoteca de 150.000 Euros, y ahora estáis igual de a disgusto en una casa de 120 m2, hasta los huevos del jardín y del jardinero, y con una hipoteca de 300.000 Euros.
¿Somos o no somos gilipollas?

martes, 27 de septiembre de 2011

Ámbito de validez, universo aplicable.

Si tienes entre 30 y 50 años, estudios universitarios, has viajado y tienes un trabajo que no está mal, eres un gilipollas.
Intentaré ser más exacto:
1. Esta afirmación está pensada para los españoles. Es muy probable que la gente de nuestra edad del resto de la U.E y de EEUU esté igual que nosotros, pero no me veo capaz de afirmarlo tan rotundamente, y, además, necesitaría de más matices (muy probablemente al ser países desarrollados antes que nosotros su generación de gilipollas esté ya empezando a morirse y llegue hasta los 40 años, y no hasta los 30 como aquí). En cualquier caso, no son más que conjeturas gratuitas, no conozco suficiente gente en el día a día de dichos países como para enredarme con ellos. Así que, esto va por nosotros, los de aquí. Teniendo en cuenta que la población es de unos 47 Millones, que algo más del 23% estamos entre 30 y 50 años, y que el 40% acredita estudios universitarios, concluiremos que en este saco estamos metidos unos 4 Millones de personas.

2. El adjetivo calificativo que utilizo es GILIPOLLAS. No es malas personas, ni tontos, ni bordes, ni engreídos, ni egocéntricos, ni egoístas... Es GILIPOLLAS. La verdad que nuestros amigos de la Real Academia Española no nos ayudan con la difinición que le adjudicaron a la palabra. Según ellos, ser un gilipollas es ser Tonto, lelo. Deberían despedir fulminantemente al que describió una palabra tan poliédrica como GILIPOLLAS con tan lamentable e inexacta definición, así como a los que la autorizaron para su publicación.
Señores académicos, atiendan un momento y lean el siguiente silogismo de pacotilla: ¿puede un tonto, lelo, ser licenciado por el MIT en Ingeniería Aeronaútica? Yo diría que está claro que no. Y, ¿puede un Ingeniero Aeronaútico del MIT ser un gilipollas? Sin problemas, solo tiene que aceptar participar en una tertulia radiofónica y en un par de semanas agilipollao perdido. Queda demostrada por exclusión que su definición es errónea.
Ser gilipollas es, ..., ser gilipollas. Y a eso me refiero.

Sin ánimo de ofender.

La segunda entrada la quiero dedicar a aclarar que en ningún caso mi intención es ofender a nadie, simplemente constatar una realidad indiscutible: la inmensa mayoría de gente de mi generación somos gilipollas.
A está conclusión irrefutable no llegué empezando por mí, obviamente, sino que empecé por los demás. Digamos que el proceso fue el siguiente:
- Hasta los 25 años estaba convencido que éramos la mejor generación de la historia, de la que yo, por supesto, era un miembro destacado. Me tragué todo aquello de los JASP, de la Generación X y cualquier otra basura creada por gilipollas publicitarios para gilipollas consumidores que tuvieran por entonces alrededor de 20 años.
- De ahí y hasta aproximadamente los 35 se produjo un progresivo derrumbe a mi alrededor, proporcional exactamente al aumento progresivo de mi capacidad de análisis y al aumento progresivo de mi alergia a la militancia, que me hizo ver gradualmente que la gran mayoría de gente de mi generación en realidad eran unos gilipollas de mucho cuidado, que de JASP y X nada de nada, que lo más real para calificarlos sería algo como la Generación Lerdos. El proceso fue en círculos concéntricos de fuera a dentro. Es decir, al principio los gilipollas eran lejanos a mí (sin carrera universitaria, otros países, otros deportes...), al poco se vió que también los universitarios pero de otras carreras, los españoles, los del baloncesto pero de otros equipos; no tardaron en aparcer como gilipolllas en mi mente gente de químicas, catalanes y de jugadores de mi equipo, para al final asumir que mis amigos más intimos y los de mi pueblo también lo eran.
- A partir de los 35 años empezó la mosca cojonera a rondarme en los ratos en los que te quedas realmente solo y sin distracción, a solas contigo mismo: qué casualidad que seas el único que no sea gilipollas no? Date cuenta que la mayoría de cosas que no soportas en los demás, ..., en fin, que tú estás ahí también, tendremos que asumirlo. No tardaba en mirar a otro lado, en excusarme, en disimular, pero era tan evidente que poco a poco me fui desarmando.
- En un par de años se me acabaron las excusas. Había que afrontarlo de cara, como los hombres que se visten por los pies: yo también soy gilipollas.
No es algo grave, es incluso saludable, quita presión. Y es real, creánme.

Disculpas a la familia de la foto.

Esta primera entrada la dedico a aclarar que los padres de la foto están buscados en google imágenes con las palabras "familia feliz". No los conozco personalmente y, por lo tanto, no sé al 100% que sean gilipollas, aunque mi experiencia me dice que hay una altísima probabilidad de que lo sean. En este caso, del tipo Qué padres tan perfectos, guais y cool que somos!
Pero, repito, no los conozco personalmente y, por lo tanto, sólo están aquí a título ilustrativo, no cómo ejemplo concreto.